¡Arrancamos!
¡Arrancamos!

¡Arrancamos!

Hoy llegamos hace dos semanas a Sabana Yegua y, sin embargo, estamos plenamente adaptados al ritmo del pueblo. Los días son intensos, y cuando llega la noche estamos agotados pero satisfechos con el trabajo realizado. Eso sí, el bochorno –especialmente durante las horas del mediodía- nos fuerza a redefinir nuestro concepto de “calor” y “sed”.

Los días suelen empezar con un sobresalto, pues nuestros vecinos evangelistas predican los días alternos a las 6.30 de la mañana a través de su potentísimo sistema de megafonía que enfoca directamente a nuestra casa. Así que ya podéis imaginaros que a fecha de hoy estamos plenamente concienciados de las desgracias que nos ocurrirán si no nos convertimos y arrepentimos de nuestros pecados. Los más afortunados (acaso los que tienen su conciencia en paz) logran conciliar el sueño de nuevo, los menos reciben una buena dosis de adoctrinamiento matutino.

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Mucho antes de empezar las clases por la mañana, en ocasiones mientras aún dormimos, algunos niños vienen a la puerta de casa reclamando nuestra presencia para dirigirnos a la escuelita del barrio de San Francisco. Imaginaros, pues, lo motivados que están, porque esto también son sus vacaciones de verano.

Tras la corrección de las pruebas de nivel de la semana pasada de 204 niños, inscribimos a 130 alumnos, ya que el resto o decidieron no volver o no pudimos permitirles la entrada. A diferencia de años anteriores, hemos decidido ser más estrictos con los conocimientos mínimos que exigimos a los muchachos para poder participar en las clases. Había llegado a suceder que los profesores de la clase de menor nivel acababan convirtiéndose en canguros y no maestros, y claramente ese no es el objetivo. Como consecuencia de esto, hemos tenido que dejar fuera a algunos de nuestros “liantes” preferidos: Omar, Carlos o Willy.

Del grupo de alumnos efectivamente inscritos, tenemos una media de asistencia de 80 personas, ya que a algunos les puede la pereza y otros tienen que quedarse en casa ayudando en las tareas domésticas. En cualquier caso, es una buena cifra de niños con los que trabajar, ya que nos permite un mayor control y disciplina de las aulas. A pesar de ello, aquellos días en que no hay agua en el pueblo –y, por tanto, los chicos no tienen que cargar con el agua hasta casa- las aulas se llenan más. El tema, como ya sabéis, es que en Sabana Yegua sólo hay agua corriente algunas horas de algunos días de la semana; ahora, por ejemplo, tendremos tres días seguidos sin agua.

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Entre lo más destacado de la semana de clases nos gustaría mencionar la ahora ya archifamosa canción “Mi abuela tiene un cerdo” que compusieron Marta Balsach y Ori para sus alumnos (bueno, en realidad Marta compuso y Ori iba asintiendo, como haciendo entender que comprendía el mecanismo de la partitura). El caso es que esa canción –con la melodía de la canción popular “El gegant del Pi”- recogía palabras que los alumnos habían aprendido a escribir correctamente durante esa semana, tales como “jabón” (recordad, se escribe con “b” de burro), “cerdo” (no es “seldo” chicos, hay una “r” como un motorrrrrrr) o “vecina” (con “c” de casa y no con “s” de serpiente”).

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Al acabar las clases los lunes, miércoles y viernes, nos reunimos con los monitores dominicanos para distribuir los juegos de la tarde y preparar lo necesario para que la actividad sea un éxito. Dada su disponibilidad, decidimos que tres tardes a la semana llevarían el “esplai” de Sabana Yegua y que nuestro rol sería meramente de apoyo. Nuestro objetivo es dar un paso más para consolidar este grupo de monitores y que puedan funcionar autónomamente, de manera que cuando nos retiremos los niños y niñas del pueblo puedan seguir contando con un “esplai” en verano. La realidad, sin embargo, es que lo están haciendo fantásticamente bien (¡qué orgullosos estamos de ellos!) y que parece que aceleraremos el proceso de “traspaso de poderes”.

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Mientras tanto, el nuevo “esplai” iniciado en Proyecto 4 (sí, el pueblo se llama así) va viento en popa. El primer día teníamos 50 niños y el jueves ya 90. Lo mejor de todo es que hay un grupo numeroso de adolescentes con ganas de involucrarse, así que podremos formarles en el futuro para que dirijan ellos mismos el “esplai” de su pueblo. Hemos acordado por ahora con ellos que las dos primeras semanas jugarán como niños (es fundamental para ser un buen monitor que sepas pasártelo bien jugando y motivándote) y que las últimas dos ya nos empezarán a ayudar a llevar las actividades.

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Para no alargarnos más –el post de hoy está saliendo un “chin” largo- sólo mencionar que cuando podamos os hablaremos de Martín y su guagua (con quien vamos a Proyecto 4), del torneo de baloncesto que se ha organizado entre barrios (hoy es la final entre Barrio Pintado y Barrio Nuevo, el nuestro) y de las campañas de los dos “esplais”.

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Un abrazo bien fuerte a todos: ¡os echamos de menos!

0 comentarios

  1. Gerard

    ¡Qué motivadora la respuesta de tantos niños! Y qué buena sensación ver que podéis transmitir esa capacidad de autosuficiencia a los monitores locales.
    Recuerda, salvando las distancias, a mi época de esplai… ¡Qué gratificante!
    Ánimo a todos y gracias por ir informando.

  2. Es tan divertido leer vuestros posts y compararlos con los e-mails privados que nos mandáis a las familias, lo digo por los que nos envía Mónica a nosotros, que creo que deberíais acompañar las entradas con clips de audio o con video…., lo que de verdad me haria ilusion es oir en e vuestra proxima entrada la «cansion del verano» , cantada por los niños y pir sus profes. ¡Venga, motivadles y que nos deleiten con una «representasion» ja, ja, ja!

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