Las mañanas de esta última semana hemos ido al Centro de Nutrición de San Francisco (de ahora en adelante, Centro).
Éste fue constituido por la parroquia Sagrada Familia con la finalidad de ayudar a aquellas familias sin recursos. Éste consiste en alimentar correctamente a sus hijos (nutrir) a la vez que reciben educación preescolar a un precio muy bajo o a cambio de la colaboración de las madres que van cada mediodía a ayudar a limpiar el centro. La franja de edad de los niños que acuden es de 1 a 6 años. Además una vez servida la comida de los alumnos también dejan entrar a niños más mayores de familias también necesitadas, a ancianos y a personas con necesidades especiales. Una vez por semana los niños del centro reciben la visita de una nutricionista que se encarga de llevar un control de la mejora de los niños desnutridos.
Hablando con Sonia, la directora del Centro, nos contó anécdotas de éste. Alguna de ellas es que los pequeños acuden al centro solos, es decir, salen por las mañanas de sus casas, van por las calles sin ningún adulto, entran al centro, desayunan, pasan la mañana, comen y vuelven a sus casas. ¿Os imagináis a niños de dos años andando solos por la calle? Otra historia que nos impactó es que algunas madres acuden al centro por la mañana preguntando por sus hijos, ya que éstos no han amanecido en casa y que por lo tanto han dormido fuera. Ahora que son las patronales, sobretodo, ésta se convierte en la pregunta de cada día de muchas madres.
La higiene es una de las cosas que más fallan en esta población en particular en los barrios más pobres, como San Francisco. Es por esto que en el centro se hace especial hincapié. Sonia ha mantenido numerosas conversaciones con las madres de los niños explicándoles la importancia de ésta y el por que de ser cuidadosos en este aspecto. Aún así no acaban de reaccionar, los niños siguen yendo al centro, entre otras, sucios, con la ropa orinada, rota, descalzos y uñas largas. Esto es así, a veces, por el descuido de las madres hacia sus hijos y lo jóvenes que son ellas.
Esta semana, coordinándonos con Sonia, hemos llevado a cabo diferentes actividades en el centro. Pero este año, dada la presencia de dos maestras de Educación Infantil en la asociación, no sólo hemos seguido la línea del proyecto Sonríe y Vida (ofrecer ayuda a la hora de la comida y animando con juegos y canciones a la hora del recreo) sino que hemos ampliado nuestros objetivos hacia una rama más educativa y cercana al proyecto Sonríe y Aprende.
Hacia las nueve de la mañana llegábamos al centro dónde unos 50 niños nos esperaban entre abrazos, tirones, saltos de alegría y gritos de atención con todavía el desayuno entre los dientes (que consiste, normalmente, en un yogurt y un trozo de pan con mantequilla). Sobre las 9:45 hacíamos un largo trenecito al son de “un tren pequeñito que corría que corría…” Así podíamos contar el número de pequeñas cabecitas para dividirlos posteriormente en tres grupos.
En uno de ellos se hacían manualidades. Repartidos en tres pequeñas mesas y aún más pequeñas sillas los niños realizaban diferentes actividades: mientras unos coloreaban o hacían macilla (plastilina), otros bajo nuestra atenta mirada llevaban a cabo preciosas flores decorando un vaso reciclado con postalitas (gumets) o hacían máscaras con un plato de plástico: unos eran conejos, otros gatos o perritos (añadiendo nosotros al plato originales orejas según el animal que ellos querían) y otros preferían ser lindas/os reyes o princesas con una gran corona.
En otro, con los títeres que previamente habíamos confeccionado, nos convertimos en Cuentacuentos profesionales sobre el teatro en el que se convertía el aula. Así pudimos observar las miradas atentas y embobadas de los niños, raramente tranquilos, escuchando cuentos clásicos y fábulas. Y algunas carcajadas al escuchar: “no por los pelos de mi barba barbilla” o al intentar soplar junto al lobo del cuento de los tres cerditos o también con los cambios de tono al explicar la rapidez de la liebre o la lentitud de la tortuga. Gracias a la editorial Casals tuvimos al alcance muchos libros que nos facilitaron la tarea. De ellos podrán disfrutar los niños de ahora en adelante.
En el tercer y último rincón llenábamos de alegría y emoción el patio del centro con las dulces voces de los niños del centro además de aquellos más mayores que se enganchaban a la valla des de la calle para participar de las divertidas canciones. Nos convertimos en artistas al cantarles canciones nuevas para ellos que nos cantaron a nosotros siendo niños como, por ejemplo: el cocherito leré y el corro de la patata. A su vez ellos nos cantaban sus canciones como: mi escuelita y el niño Jesús.
Al terminar los tres rincones lavábamos las manos a los chiquitines antes de sentarlos en la mesa para comer. Y ayudábamos a servirles no sin antes escuchar la completísima bendición de la mesa dirigida por Ifraïm y el griterío de los niños al repetir cada una de las palabras que él decía (aprendiendo así el Padre Nuestro y el Ave María).
Es sorprendente lo bien que comen solos, solo a algunos de ellos les ayudamos con “el avión” para que les fuera más fácil.
Al finalizar la jornada era imposible salir del centro sin una gran SONRISA en la cara.
ya llevaba varios días(desde el 24) que no sabía nada de vosotros, seguro que Isaac os ha hecho alguna mala pasada,pero hoy, por fin he vuelto a veros con la misma ilusión y alegría de siempre. A mi no me extraña, también me encantaría estar con todos vosotros y comprendo vuestra SONRISA y también la pena que vais a sentir al marcharos. Un beso muy fuerte.