Lo que importa no es la lástima, es la consciencia. Cada uno de nosotros tenemos la capacidad de convertir este mundo en un mundo mejor. Sin embargo, para hacerlo es necesario pasar la barrera de la lástima y situarse en la casilla de la empatía activa. Ser activo no significa donar dinero, significa donar dinero y saber a quién y para qué se destina, significa compañerismo, valentía.
La valentía no es adrenalina, no es riesgo u osadía. La valentía es luchar por aquello en lo que creemos de verdad, porque sino perdemos el valor de nuestro ser.
Algunos –los que hemos tenido la suerte- podemos decidir qué camino tomar: qué carrera elegir, a dónde queremos viajar, qué queremos y qué dejamos de querer. Nosotros tenemos la suerte de poder dar. Ellos en cambio son condenados a tener que recibir.
Los niños de República Dominicana son nuestros héroes. La gran dificultad que han tenido que superar es vivir en un lugar en donde no tienes la oportunidad de aspirar, una situación en la que no tienen esperanza por luchar y aspirar a un mundo mejor.
Puede parecer increíble, pero son ellos los que te enseñan la esencia de la vida. Nada más salir a la calle tienes niños a tu alrededor, jugando y revoloteando. Su mirada transmite amor, dulzura, felicidad. Y tú, que hasta entonces creías tener una vida –en mayor o menor medida- feliz, te descolocas. Esa magia, plenitud es la felicidad. La felicidad no es ausencia de complicaciones.
Tenemos un gran equipo y nada hubiese sido posible sin todo el apoyo conseguido, sin la confianza de que esto era posible. Simplemente creer en que algo merece la pena, darse cuenta en lo que de verdad importa.