Llegamos ya hace cuatro días y parece que nunca hemos dejado Sabana Yegua. Que fue ayer el día que terminamos “el verano” y las clases de refuerzo. Que no nos despedimos de nuestros amigos dominicanos. Todo sigue igual, lo cual tiene su parte poética.
A pesar de ello, los niños y niñas de este pueblo siguen ávidos de compartir con nosotros su tiempo, llenándolo de preciosos recuerdos. Y si no, que le pregunten a Omar, un pillo desdentado que miraba con cara de alucine a Arnau disfrazado de marciano Onesiforo. O a Francisquito, un monitor encantado de la vida de volver a sentirse parte de un proyecto por un día.
Los primeros días en Sabana Yegua fueron un mar de abrazos, risas y reencuentros. De limpieza a fondo de nuestro nuevo hogar y de acostumbrarse a este calor asfixiante que lo invade todo.
Nuestros vecinos son encantadores. Siempre dispuestos a echarnos una mano con la manguera para rellenar el tinaco* de agua o vigilar que nadie nos vuelva a robar la ropa tendida como el año pasado.
Esta mañana ocho miembros de “Sonríe y Crece” nos hemos dirigido a la escuelita de San Francisco para empezar las clases de repaso de los chicos. Sofisticando el sistema de niveles que iniciamos el año pasado, los maestros hemos repartido el examen de Lengua Castellana para poder diferenciar a los alumnos más avezados de los que tienen problemas para identificar las letras del alfabeto. Mañana le toca el turno a las Matemáticas. De este modo, esperamos poder reforzar sus competencias básicas, a pesar de que esto de “básicas” tiene que relativizarse un poco por estos lares.
Paralelamente, Ale y Ori han reiniciado la formación de monitores que ya empezamos el año pasado. Según nos han contado, una cuarentena de muchachos se ha reunido semanalmente con sus monitores dominicanos para seguir aprendiendo a través de juegos. ¡Éxito!
Al mediodía todo era expectación entre los más pequeños de Sabana Yegua. Se rumoreaba que en la casa de los “americanos” algo se tramaba para el inicio de “el verano” a las cuatro de la tarde. Y, de nuevo en el “esplai”, no se cumplió aquello de que generarse expectativas lleva a la frustración. ¡Qué carcajadas, qué cosquilleo en los estómagos cuando ha aparecido el protagonista de la campaña de este “verano”!
Un altísimo marciano supersónico, vestido cual mosquetero del universo y habitante del planeta Proto, ha hecho una entrada magistral para captar la mágica mirada de los más de dos cientos niños presentes. Nos ha explicado que su nave especial se ha estrellado contra la Loma* y que se ha quedado solo. Que busca amigos que lo acojan y que necesita aprender oficios para sobrevivir mientras no puede arreglarse su nave. Lo que los niños quizás aún no saben es que detrás de cada oficio pretendemos enseñar un valor, de manera que sin darse cuenta crezcan como personas maduras y con criterio. Al acabar las actividades del día y sin más dilación, les hemos regalado un vaso de jugo y un panecillo para que puedan reponer energías hasta mañana.
Esperamos poder escribiros pronto. ¡Muchas gracias por vuestro apoyo y colaboración!